miércoles, 5 de diciembre de 2012

Lo que se viene

Últimamente no se ha actualizado el blog, lo cual se puede confirmar al notar que la última entrada fue publicada el  25 de febrero del 2012. La razón por la que esto ha sucedido es por falta de tiempo; pero como desde el que día que este recurso nació, el objetivo fue contar con la mayor información posible sobre las diversas obras literarias, muy pronto vendrán las actualizaciones y junto con ellas más actividad en este blog que ya lleva más de un año desde su creación.

Algunas de las novedades serán un análisis del "Cantar del Mio Cid" y posiblemente de "Las cuitas del joven Werther" y las obras de Julio Cortázar. Igualmente, podrían venirse publicaciones de entradas cada lunes. ¿El contenido? Será una sorpresa.

Mantente pendiente porque muy pronto se publicará lo primero en la lista de actualizaciones.

Y recuerda, siempre puedes sugerir alguna obra o análisis que quieras que se trate.




sábado, 25 de febrero de 2012

Sonatina de Rubén Darío

¿A cuántos no les gustaría vivir en un mundo suntuoso, donde la felicidad exista en cada rincón y la perfección se muestre en cada detalle? Para Rubén Darío, quien durante su vida sufrió de muchos malos momentos, eso es algo que es posible pintándolo en una de sus obras. En este caso un poema titulado Sonatina.

En el poema, el autor nos presenta la angustia de una princesa, quien se encuentra triste y apática. Está falta de amor y no tiene un verdadero interés ni felicidad a pesar de la gran cantidad de cosas que tiene. Ella goza de un lujoso castillo, de bellos pavos reales, de muchas diversiones dignas de un reina, y sin embargo, no es feliz. De hecho, el autor trata de mostrar constantemente como para que nos quede claro que la bella princesa no conoce lo que es el amor, para lo cual se vale de diversas situaciones.

Durante cada una de los estrofas, vemos la angustia de la princesa por encontrar el verdadero amor. No es difícil darse cuenta que en realidad el montón de beneficios que tiene no le sirven de nada.

Al leer el poema, el lector puede sentir como los sentimientos emanan. Con una lectura profunda podemos identificarnos con el estado de ánimo de princesa y también nos encaminamos con ella en un recorrido, en su búsqueda o bien podría decirse nos topamos con su verdadero deseo.

Su estado de ánimo es triste, pero eso no quita sus ansias de poder descubrir la felicidad, la necesidad de ser amada. En el poema, se nota el problema que se la presenta al sentirse presa en los suntuosos beneficios de su palacio, como se puede notar:

(...)
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azor.
(...)

Su necesidad de sentirse libre se expresa fácilmente en la siguiente estrofa, sencilla pero emotiva:

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Sí se continua leyendo el poema, nos encontramos con una especie de historia, si así podría decirse, contada de manera elegante, sentimental. No se trata de un aburrido texto que nada trasmite, sino de versos con lo que de verdad nos sentimos identificados, versos que emanaban delicadeza y rima:

Veamos como ejemplo la primera estrofa:

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa
que ha perdido la risa, que ha perdido el color,
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro
y en un vaso olvidada, se desmaya una flor.

Analizándola se puede notar la perfecta rima entre ellos; el primer verso rima con el segundo, el tercero con el sexto y el cuarto con el quinto.

Tampoco se pueden ocultar la cantidad de seres mitológicos y la forma en que Darío nos muestra objetos como teclados, golondrinas. Nos habla de príncipes, de diamantes, de riquezas para reflejarnos de cierta forma el estado de ánimo de la princesa infeliz.

Es inevitable querer saber que es lo que le sucede a la princesa, tal como plantea el escritor en ciertas estrofas:

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el Rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

Hacia al final del poema, la situación de la princesa tiene su explicación. En la última estrofa se encuentra la respuesta a sus deseos, una buena noticia que será capaz de alegrar a la princesa, de hacerla sentir amada, porque eso es lo que hacen los principes y eso es lo que hará su príncipe, la persona que de verdad le mostrará la felicidad:

-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azur,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte
a encenderte los labios con un beso de amor!

El hecho que el autor refleje una gran cantidad de seres mitológicos o fantásticos como hadas madrinas, caballos y dragones y que muestre un mundo maravilloso donde abunda lo exótico, ejemplifica claramente su falta de interés por el mundo real. Con el simple hecho de encerrar al lector en un mundo distinto, se es capaz de olvidar el mundo que a todos agobia.

Después de todo, la princesa infeliz puede ser tomada o contrastada con muchas situaciones de hoy en día, muchos se pueden fijar en personas con situaciones similares y entender que no es lo suntuoso lo que proporciona un pleno estado de ánimo. Algunos pueden estar de acuerdo en lo grandemente fantástico que es el entorno creado por Rubén Darío, pero no hay que negar el mensaje de amor que deja es sumamente importante.

***
Por último, le dejamos el poema completo:


La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa
que ha perdido la risa, que ha perdido el color,
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro
y en un vaso olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el Rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.


Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azor.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La Princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La Princesa está triste. La princesa está pálida)
más brillante que el alba, más brillante que abril!

-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azur,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte
a encenderte los labios con un beso de amor!







sábado, 18 de febrero de 2012

Análisis de "El eco" de Perez Bonalde

Madre, voy a partir; mas parto en calma  
Y sin decirte adiós, que eternamente 
me habrás de acompañar en esta vida. 
Tú has muerto para el mundo indiferente
mas nunca morirás, madre del alma,
para el hijo infeliz que no te olvida.
Y fuera el paso nuevo,
y desde su alto y celestial palacio,
su brillo siempre nuevo
derrama el sol por el cerúleo espacio...
-Vuelta a la patria de José Antonio Pérez Bonalde.

Los poemas siempre son capaces de alegrarnos el día, ya sea por la profundidad de los sentimientos que emanan o porque sencillamente son una parte importante y apreciable de la literatura... Y de la cultura de los pueblos.


Muchos poemas rinden culto al amor, otros se centran en lo magnífico de la naturaleza, describiendo sus bondades y lo maravilloso que encierra. Sea cual sea el poema, se está seguro que son piezas dignas de admiración.



El eco no es la excepción; se trata de una inestimable composición, la cual le presentamos a continuación junto con el análisis:
***
Heme aquí frente a frente
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad rugiente
que en su seno se esconde:
Dime, Genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?
¿A dónde va el mortal cuando la frente
triunfadora del vicio,
yergue, al bajar a la mundana escoria
en pos de amor, y venturanza y gloria?
¿A dónde van, a dónde,
su fervoroso anhelo,
tu trueno que retumba...?
Y el eco me responde,
ronco y pausado: ¡tumba!


Espíritu del hielo, 
que así respondes a mi ruego, dime:
si es la tumba sombría
el fin de tu hermosura y tu grandeza;
el término fatal de la esperanza,
de la fe y la alegría;
del corazón que gime
presa del desaliento y los dolores;
del alma que se lanza en
pos de la belleza,
buscando el ideal y los amores;
después que todo pase,
cuando la muerte, al fin, todo lo arrase,
sobre el oceano que la vida esconde,
dime qué queda;
dí ¿qué sobrenada..?
Y el eco me responde,
triste y doliente: ¡nada!


Entonces, ¿por qué ruges,
magnífico y bravío,
por qué en tus rocas, impetuoso, crujes
y al universo asombras
con tu inmortal belleza,
si todo ha de perderse en el vacío. . ?
¿Por qué lucha el mortal, y ama, y espera,
y ríe, y goza, y llora y desespera,
si todo, al fin, bajo la losa fría
por siempre ha de acabar..? Dime, ¿algún día,
sabrá el hombre infelice do se esconde
e1 secreto del ser..? ¿Lo sabrá nunca..?
Y el eco me responde,
vago y perdido: ¡nunca!


¡Adiós, Genio sombrío,
más que tu gruta y tu torrente helado;
no más exijo de tu labio impío,
que al alejarme, triste, de tu lado,
llevo en el cuerpo y en el alma frío.
A buscar la verdad vino hasta el fondo
de tu profunda cueva:
mas, ay, en vez de la razón ansiada,
un abismo más hondo
mi alma desesperada
en su seno, al salir, consigo lleva...!
¡Ya sé, ya sé el secreto del abismo
que descubrir quería..!
¡Es el mismo, es el mismo
que lleva el pensador dentro del pecho:
la rebelión, la duda, la agonía
del corazón en lágrimas deshecho! 

***



Las estrofas analizadas del poema Eco perteneciente al Poema del Niágara consta de 66 versos, de los cuales 31 son versos heptasílabos de arte menor, 34 son endecasílabos de arte mayor y uno es hexasílabo de arte menor. La rima es consonántica en la mayoría de los versos, a excepción del primer y el tercer verso de la tercera estrofa, los cuales presentan rima asonántica. Por otro lado, entre las licencias poéticas aplicadas para obtener las sílabas métricas se puede encontrar la sinalefa y la ley del acento final. La fórmula rítmica es aBAbACdcAAdEEbfgbgfHiJKihLkjLmMVBbnñoÑxjOPPIIBQbqoROROStNsnTUiuVIV. Tomando en cuenta todas estas características se puede decir que las estrofas se tratan de una silva.

Este poema fue escrito por Juan Antonio Pérez Bonalde. Al igual que otras composiciones poéticas, pertenece a una corriente literaria, en este caso el romanticismo, el cual se desarrolló a finales XVIII y se caracterizó por la exaltación del "yo" y el sentimiento de identificación con la naturaleza por parte del autor. Este movimiento también se caracterizó porque permitió que el poeta inundara el poema con sus sentimientos.

Las anteriores caracteriscas se pueden evidenciar en el presente poema, los sentimientos se encuentran muy bien definidos dentro de él. Entre estos se encuentran la nostalgia, la cual se produce al saber que no existe nada más allá de la muerte del hombre. Todo se pierde allí, tal como lo indica el autor en los siguientes versos:

(...)
Entonces, ¿Por qué ruges,
Magnífico y bravío,
Por qué en tus rocas impetuoso, crujes
y al universo asombras
con tu inmortal belleza,
si todo ha de perderse en el vació?
(...)

Igualmente en este poema se puede evidenciar el amor y la alegría. Un ejemplo de esto son los siguientes versos:

(...)

¿A dónde va el mortal cuando la frente 
triunfadora del vicio, 

yergue, al bajar a la mundana escoria 
en pos de amor, y venturanza y gloria? 

(...)

si es la tumba sombría 
el fin de tu hermosura y tu grandeza; 

el término fatal de la esperanza, 
de la fe y la alegría; 

(...)

La autoría de este poema, como ya se ha mencionado, corresponde a José Antonio Perez Bonalde, quien nació en Caracas el 30 de enero de 1846 y falleció en La Guaira el 4 de octubre de 1892. Fue uno de los máximos exponentes de la poesía lírica, del modernismo y precursor del modernismo.

José Antonio Pérez Bonalde no tiene un gran repertorio de obras, pero las pocas que creó son notables. Entre estas se encuentran: "Vuelta a la Patria" (1876 - 1877), "Estrofas" (1877), "Ritmos" (1880), "Flor" (1883) y "El canto del Niágara (1882), siendo este último su obra maestra y también el que alberga el poema llamado "El eco".

En este poema se trata el sentido de la vida del hombre, la cual a pesar de todo, termina en algún punto de la historia. Con esta composición, Perez Bonalde quiere hacernos reflexionar, razón por la cual hace usa los signos de interrogación constantemente, para que los lectores se pongan en su lugar y logren pensar acerca de lo que se manifiesta en el poema. El empleo de los signos de interrogación se puede observar en varias partes del poema, estos versos representan una de ellas:


Entonces, ¿por qué ruges, 
magnífico y bravío, 

por qué en tus rocas, impetuoso, crujes 
y al universo asombras 

con tu inmortal belleza, 

si todo ha de perderse en el vacío?


 Al leer estos versos y debido al uso de estos signos, el lector reflexiona sobre las cosas que se pueden hacer si al final todo se pierde en el vacío, es decir, la muerte.

Otro recurso del que se vale el autor es la utilización de los puntos suspensivos, los cuales se aprovechan cuando una idea ha quedado inconclusa, aunque también puede llevar a reflexionar al lector.

Por otro lado, otra característica es que posee un tono emotivo triste o nostálgico, debido al tema delicado como lo es la muerte. Igualmente en este poema el autor tiene una conversación, una digna representación de la fuerza de la naturaleza, y al cual denomina Genio sombrío y le hace diversas preguntas, pero al no obtener las respuestas que buscaba, llega inevitablemente la tristeza. Un ejemplo puede observarse a continuación:

(...)

¡Adiós, Genio sombrío, 
más que tu gruta y tu torrente helado; 

no más exijo de tu labio impío, 
que al alejarme, triste, de tu lado, 

llevo en el cuerpo y en el alma frío. 

A buscar la verdad vino hasta el fondo 

de tu profunda cueva: 

mas, ay, en vez de la razón ansiada, 

un abismo más hondo 

mi alma desesperada 
en su seno, al salir, consigo lleva...! 

(...)

Cambiando de tema, otros elementos que se pueden notar en esta composición poética son los recursos expresivos fonéticos y semánticos, los cuales se encargan de darle una mayor hermosura al poema.

Los recursos expresivos fonéticos son aquellos que tienen que ver con el sonido de la palabra y la oración. En este poema se pueden encontrar varios ejemplos de estos recursos. Algunos de ellos son:

El encabalgamiento: el cual se da cuando el sentido de un verso no termina en su palabra final, sino que continua en el siguiente, por lo tanto, hay que leer los versos que sean necesarios para poder entender los que nos quiere decir comunicar el autor. Ejemplos:

(...)

¿A dónde van, a dónde, 
su fervoroso anhelo, 

tu trueno que retumba...?
(...)  

Espíritu del hielo, 
que así respondes a mi ruego, dime: 

si es la tumba sombría 
el fin de tu hermosura y tu grandeza; 

(...)

La reiteración, la cual consiste en la repetición de una palabra o frase a lo largo del mismo verso. Por ejemplo:

(...)
Ya sé, ya sé el secreto del abismo
(...)
Es el mismo, es el mismo
(...)

En el caso de los recursos expresivos semánticos, se trata de aquellos que tienen que ver con el significado de las palabras. En este poema, se puede encontrar el hipérbaton, el  cual consiste en la ruptura del orden lógico en una oración. Ejemplo:

(...) 
De la espesa tiniebla desde donde
Oírme debe la deida rugiente
(...)

El epíteto es otro recurso que se puede encontrar en el poema, el es un adjetivo o un participio que describe las características de algo:

(...)
Si es la tumba sombría
(...)

Igualmente, existe la presencia de la humanización en esta composición, ya que se han aplicado cualidad humanas a objetos que no las tienen. Un ejemplo claro de esto es el corazón, el cual es un órgano del cuerpo humano, pero no puede gemir, como se indica en el séptimo verso de la segunda estrofa:

(...)
Del corazón que gime
Presa del desaliento y los dolores
(...)

Además de estos recursos, se plasman enseñanzas o se afirman hechos que son muy ciertos, se citan verdades. Una de las más significativas es la que que sirve como culminación a este hermoso poema, en la cual se explica lo que lleva la persona en el pecho y dice así:

(...)
Ya sé, ya sé el secreto del abismo
Que descubrir quería...
Es el mismo, es el mismo
que lleva el pensador dentro del pecho.
La rebelión, la duda, la agonía
del corazón en lágrima deshecho!
(...)

Tomando en cuenta todo esto, es importante señalar que "El eco" es un poema hermosa y único. La cantidad de reflexiones que este presenta sobre el sentido de la vida, el esfuerzo del hombre, le da una profundidad increíble. Al leerlo, muchos pueden estar de acuerdo con los problemas que tratan y las razones que explican.

"El eco" es una verdadera joya literaria, lo que se explica claramente al formar parte de "El Canto del Niágara" (1882), la obra más significativa de Juan Antonio Pérez Bonalde. Por tanto, el hecho de ser considerado el mejor de todos no es algo extraño.

Perez Bonalde ha sido considerado un gran exponente de la poesía lírica; este título lo tiene bien merecido y si se quiere comprobar basta con contemplar todas sus composiciones, en especial "El Canto del Niágara" (1882), una obra que permanecerá siempre el corazón de Venezuela y demuestra el potencial y talento de la nación.